La crudeza del contenido, que cuenta la historia de tres chicos adictos, impactó fuerte en todos los espectadores.
Los chicos se vieron muy conmovidos por las historias, y fueron ellos quienes mas incidieron para que sus padres asistan a la última función.
Así el salón estuvo repleto, y todos coincidieron en la excelente calidad del espectáculo.
Dentro de su estructura, la puesta en escena se basa en la exhibición de imágenes teatralizadas sobre tres casos reales de drogadicción. La representación escénica hizo eco con total crudeza, en el flagelo que se adueña de los jóvenes de diferentes clases sociales y resaltó al núcleo familiar como actor responsable de esta problemática.
En el escenario y pulsando su guitarra, Rinaldi ofreció tres testimonios, que son otros tantos casos reales, de chicos que vivían en hogares de distintos niveles económicos.
Mientras el director de la obra relata las historias, en la pantalla se proyectan imágenes que muestran distintas situaciones de las vidas de sus protagonistas, tres jóvenes, José -nacido en una villa-, Marcelo -de clase media-, y Camila -de clase alta-. Tres situaciones sociales diferentes, una búsqueda, una salida: la droga: tres consecuencias trágicas.

La primer historia, la de José, un chico de la villa, está contada por el propio protagonista, hoy recuperado, y viviendo con Rinaldi en Pehuajó.
En el transcurso de la obra se acentúa el mensaje expresando sin sutilezas ‘No consumas porque la droga te mata‘, ‘Si alguien te ofrece drogas, mándalo a la m…’, ‘Si conoces a alguien que consume, ¡Ayúdalo!’ .
Tanto al principio, como al final del espectáculo se resalta la importancia de estar atentos a las conductas de los jóvenes, fortalecer la familia, crear un grupo preventor, y no discriminar.
Finalmente Rinaldi enumeró algunos detalles a tener en cuenta para saber si alguien está consumiendo alguna droga.
El público aplaudió de pie, se emocionó hasta las lágrimas, y coincidió en lo necesario de la crudeza del material para poder tomar conciencia.